Escribe Mario
Piriz
Primero de
Mayo, Ética del Trabajo y Educación en los Valores
"Nosotros
deseamos que todas las fuerzas de la naturaleza, que todas
las fuerzas sociales, que la fuerza gigantesca, producto del
trabajo y de la inteligencia de las generaciones pasadas,
sean puestas a disposición del hombre, y sometidas al
hombre para siempre".
Parte de las palabras
pronunciadas por el periodista norteamericano Albert Parson,
al pie de la horca el 11 de noviembre de 1887, condenado
luego de conducir con otro puñado de dirigentes
trabajadores las celebraciones del primer 1° de mayo en la
historia de la humanidad; el de 1886, donde se levantó por
primera vez las banderas de "Ocho horas de Trabajo;
Ocho horas de Descanso; Ocho horas de Educación". La
trágica historia de los Mártires de Chicago, seguirá
siendo uno de los mayores paradigmas de una concepción de
la vida, del hombre y el universo, que hemos denominado
Ética del Trabajo, hoy en evidente crisis, y que una
verdadera educación en los valores no podrá obviar, sino
que por el contrario, rescatar y servirse de la misma para
proyectar algo de luz sobre el camino y destino de los
niños y jóvenes, riverenses en el caso, casi náufrago en
el mar del mercado, el consumismo y el hedonismo.
En este 2003, a
ciento diez y siete años del primer primero de mayo, siguen
conservando plena vigencia aquellas palabras escritas en una
pancarta por las trabajadoras textiles de la ciudad de
Massachussets, Estados Unidos, en 1912: "Las almas,
como los cuerpos, pueden morir de hambre. Queremos pan, pero
también queremos rosas", que es como solicitar algo de
humanismo, sensibilidad, en esta despiadada lucha por la
vida, donde los valores, los verdaderos y sustanciales, han
sido segregados y supeditados, a la voracidad del "dios
amarillo", ese mismo que solo con el trabajo de los
seres humanos, es capaz de transformarse en
"capital", fetiche moderno, todopoderoso, capaz de
esclavizar aún a aquellos pocos que lo poseen,
consecuencias éstas profetizadas por Shaskespeare tal como
lo expresamos en la segunda entrega sobre el tema.
El 1° de Mayo, es el
único día en el año, en que toda la humanidad se une en
espíritu de lucha, levantando las banderas del trabajo y
los trabajadores. Sin duda, un gesto único, trascendente y
pletórico de significados. Los seres humanos, más allá de
diferencias, de credos religiosos y políticos, desde hace
más de un siglo vienen renovando su compromiso con la vida
y con el trabajo.
Ejemplo y paradigma
de unidad, en contraste con las fuerzas de intereses menores
que fraccionan y destruyen al hombre, la familia, la
sociedad y los estados, como lamentablemente contemplamos en
este mundo contemporáneo, donde la superproducción de
riquezas, condena a millones de seres a la tragedia de la
desocupación, de la humillación y el dolor gratuito.
Este Primero de Mayo,
estará marcado por la falta de trabajo y la abrupta caída
del poder adquisitivo de los que aún tienen el
"privilegio" de tener un trabajo. Problema que
afecta Rivera, el país, la región y el mundo. Estados
Unidos, el país más rico del mundo, hay tres millones de
ciudadanos desocupados, y otros 31 millones por debajo de la
línea de pobreza.
La globalización
capitalista sufre una de las recurrentes crisis de
superproducción. Y como ha venido sucediendo, busca
resolverla a través de la guerra, y la violencia fuera de
sus fronteras nacionales. Es el cuadro dantesco en el que se
desarrolla un nuevo acto de la tragedia del trabajo y la
perpetuación de los valores esenciales del ser humano.
Escrito por Mario
Piriz
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