Sin querer ser irreverente con la
lengua de Camões y las debidas licencias de mi profundo amor a mi lengua madre, la del
maestro Cervantes, quiero ubicar en descripciones y decires un lugar de la América,
frontera no por casualidad y sí por necesidad, donde los lugareños se enorgullecen de
exhibir al visitante su Línea Divisoria, una suerte de calle de doble vía, una en un
país, otra en el otro; y no por accidente, una Plaza Internacional, interrumpe la línea
trazada de Marco a Marco, mojones de apoyo para un trazado zigzagueante que separan-unen
(?) dos países, dos nacionalidades, dos lenguas y tres culturas: una de ellas común a
ambos lados de la frontera.
Lo común a ambos lados de la frontera es la
cultura de la integración, o mejor dicho, una cultura surgida de la convivencia
internacional y pacífica de ambos pueblos, que por su hábito de vivir solidaria y
fraternalmente, sin quererlo, le pusieron nombre a la frontera uruguayo-brasileña en esta
latitud: La Frontera de la Paz.
En sus orígenes fueron asentamientos militares,
que dieron lugar más tarde a la fundación de pueblos que, desde sus primeros balbuceos
urbanos se necesitaron mutuamente, y creemos que aquí radica la mística de la
fraternidad y como que la sentencia de José Hernández: "Sean unidos los
hermanos..."(1), aquí fue observada sin cuestionamientos.
El espíritu de los legisladores, dice la
historia, fue asentar estos dos pueblos como vigilantes mutuos de los intereses de sus
respectivos países. Pero los legisladores de la época, tan centralizados en sus acciones
como hoy, desconocían una realidad que en el presente, a casi dos siglos de los procesos
fundacionales, siguen centrando el poder y la administración política, allá lejos,
allá por Brasilia y allá por Montevideo, mientras que aquí no quedaba otra que
arreglarnosla de algum jeito y ese "jeito" fue bem brasileiro y castelhano. Sin
duda, porque hasta hoy nos seguimos entendiendo entre gaúchos y paisanos.
Y hasta los festejos de las fechas que nos son
más caras, también son cosas de festejarlas en casa y en la del vecino. Tradicionalmente
se vive la Fiesta Mayor de las Patrias Oriental y Brasileira, extendiéndolas del 25 de
Agosto (Independencia del Uruguay), al 7 de Setembro (Independencia de Brasil) en actos
patrios, deportivos y sociales, con el protagonismo en común de los ciudadanos de ambas
Patrias, convidados de honra, mutuamente. Si hurgamos en lo más ancestral de nuestra
cultura popular, la primera identificación la ubicamos precisamente en el
tradicionalismo. Nuestros poetas fronterizos, se disputan las licencias poéticas
utilizando la giria o la jerga criolla y gauchesca, para adornar sus rimas y así rendir
homenaje al vecino, al más puro estilo payadoril o repentista, porque después de todo
esa es nuestra lengua madre: a que fala o povão!
Pero no sólo lo popular y tradicional nos es
común. Nos son comunes también las más diversas inquietudes de las expresiónes humanas
y de ahí el fenómeno curioso del surgimiento de Instituciones Binacionales de todo
orden, desde el social o deportivo, de servicio, empresarial y veladamente hasta
político, sobre todo en épocas de elecciones en uno u otro país. Claro, los uruguayos
viven allá y los brasileños viven aquí, y hasta los hay de doble nacionalidad porque
"-O meu pai me inscreveu aquí y lá"(2), en referencia al Registro Cívico. Y
el carnaval también es uruguayo-brasileño, porque el desfile comienza por allá, del
otro lado y termina por aquí, de este lado. Y allá se deleitan con el tango y con
Gardel, mientras aquí se derriten nuestras emociones con Vinicius o Caymy. Y cuando el
asunto es a nivel de selecciones nacionales, el fútbol nos separa en nuestras comuniones
por sólo exactamente 90 minutos, los que dura el partido, y después... todo sigue como
estaba porque la urgencia de seguir siendo fraternos puede más que los colores de la
selección nacional y por igual admiramos a Pelé o al negro Obdulio, sí, aquel de
Maracaná.
Y en el Instituto Anglo y en la Alianza Francesa,
se misturam entre alumnos y profesores, uruguayos y brasileños. Y la Cámara Empresarial
es binacional, y el Club de Leones se llama Integração, porque lo integran los de aquí
y los de allá o como la Asociación Cristiana de Jóvenes que del otro lado es la
Asociación Cristiana de Moços, pero que todos la conocen , en su sigla como la ACJ/ACM.
Pero esta integración trasciende lo urbano. Es
común que ciudadanos brasileños utilicen los caminos rurales del Uruguay para
trasladarse a sus fazendas que están, si bien del otro lado, sobre la Línea Divisoria, y
el camino esta feo. No importa, el Prefeito prestará sus máquinas y a mão de obra corre
por conta da Intendencia.
Lindaría con lo inconcebible, para quien no es
acá, por ejemplo: el Cónsul uruguayo ejercía su cargo en Brasil, pero estaba radicado
en Uruguay, a pesar, inclusive de estar casado con una brasileña madre de hijos
uruguayos.
En lo académico, la erudición también
trasciende fronteras y por eso los foros, los seminarios, los encuentros, las jornadas,
aquí siempre son internacionales, porque nuestras realidades socio-culturales también
son indisolubles y para ellas no existen límites, son resultantes de las actitudes
humanas y el humano es gregario y sus sentimientos son universales, porque esa es la ley
del hombre, aunque el hombre quiera ponerle fronteras habrá, algún día ¿cuándo?, un
mundo sin barreras y el abrazo también será universal, cálido, fraterno, como el abrazo
que todos los días comparten riverenses y santanenses, na Fronteira da Paz, que sólo
amojona el donde comienza Uruguay o el donde finaliza Brasil, circunstancia que tampoco ha
sido nunca preocupación de los ciudadanos de la nueva nacionalidad: la de fronterizos.
.1) Del poema gauchesco "Martín Fierro
de José Hernández
.2) Situación común en la frontera,
previendo situaciones futuras de emigración desde uno u otro país.
CARLOS MARÍA LIMA SOSA.
Escritor y Periodista.