Uno de los fenómenos sobre
los que se recurre, es el de la aculturación, como consecuencia de lo que el Tratado
consagra como "libre tránsito de personas", lo que permitiría, con
el tiempo, la invasión de hábitos y costumbres ajenos a nuestra idiosincrasia, algo que
estaría atentando contra nuestra identidad cultural fundamentalmente.
En lo que respecta a nuestra región, esa
preocupación no tiene lugar, pues en cuanto a cultura integracionista, la presencia de
nuestros pueblos uruguayo y brasileño, conforman un verdadero paradigma. Aquí vivimos la
integración desde el día de los primeros asentamientos de uno y otro lado de la
frontera, donde el ejercicio de la fraternidad es el estado de ánimo que campea a
más de un siglo largo.
Los santanenses -brasileños- y los
riverenses -uruguayos-, mantienen intactas sus identidades en un permanente culto a sus
raíces, y ambas comunidades a su vez, cultivan los rasgos de sus identidades, casi
diríamos, instintivamente, lo que resulta en una manera de vivir ejemplar, generando un
fenómeno social que escapa a las generalidades del comportamiento humano, en lo que hace
a las relaciones internacionales y que tanto desvelos provoca, precisamente a sociólogos
y antropólogos.
Como consecuencia de esa manera de
vivir, un permanente intercambio de hábitos y costumbres, es que surgen elementos que a
su vez son comunes a ambos pueblos y consecuentemente, también patrimonios culturales de
ambos. Y comencemos por el simple de esos rasgos: el portuñol, que tantos
desvelos, también, ha causado a los "custodios" de las identidades nacionales.
Aquí también nacen patriotas, sin falsos nacionalismos y no se conocen los apremios que
derivan de la soberbia de algunas soberanías.
Las culturas uruguayo y brasileña, las
identidades brasileñas y uruguayas, se mantienen intactas a cada lado de la frontera,
pero a su vez, y este es el detalle curioso, como consecuencia del permanente intercambio,
nace una tercera cultura que es precisamente la forma de vida, la convivencia de
dos nacionalidades, dos lenguas, y siempre un mismo sentimiento: el de la fraternidad,
Estas son, simplemente, algunas de las
razones por las que no habrán, nunca habrán aculturaciones que deterioren nuestras
identidades y, consecuentemente, la aculturación, porque por aquí, nunca pasará.
Rivera-Livramento, mayo de 1999.
CARLOS MARÍA LIMA SOSA.
Escritor y Periodista.