Otra se sus realizaciones fue el alhajamiento
de la iglesia local. Por intermedio de sus amistades de
Montevideo, fue obteniendo lo necesario, entre estas la Virgen
María y los candelabros para el Altar Mayor.
Mujer muy creyente, fue fundadora de las
agrupaciones Hijas de María y Corazón de Jesús.
Destacamos también las obras de
beneficiencia tales como el reparto a los pobres los días
sábados, entregando bolsas con alimentos y velas.
Inclusive fue su preocupación el alumbrado
público de la entonces Villa de Rivera; cuando se colocaron los
faroles en 1890, su hijo fue el primer farolero de la ciudad.
Su amor por el teatro la llevó a fundar un
grupo que representaba obras clásicas, entre ellas
"Canción de Cuna", entreteniendo a las señoritas de
nuestra ciudad, yendo personalmente a buscarlas dada la
confianza que depositaban las madres en ella.
En las campañas de recolección de fondos
para el Hospital recorrió nuestra campaña en la compañía de
señoritas distinguidas de la sociedad de la época en una
conduccción que consistía en una Charret de cuatro ruedas
techada, tirada por cuatro caballos con varios asientos en fila,
donde se ubicaban Juana y su comitiva. Muchas veces tuvieron que
regresar por el mal tiempo y por el estado de los caminos.
Fundadora del primer comedor público que
funcionó en la intersección de la calle que lleva hoy su
nombre y Avenida Brasil, se ocupaba personalmente de la
distribución de la comida a la gente que allí concurría.
Posteriormente logró traer a tres hermanas
de Caridad del Colegio Teresiano de Montevideo y fundó una
escuela católica, la que ocupó un local en calle Sarandí casi
Brasil, habiendose mudado a Ceballos casi Sarandí trasladandose
luego a Santana do Livramento, volviendose luego a nuestra
ciudad, al haber sido prohibida la enseñanza en idioma español
en el período que gobernó el Dr. Getulio Vargas al Brasil.
Luego de una larga vida dedicada a sus
semejantes a las 10:00 hs de la mañana del 19 de octubre de
1920 la luz que iluminaba su rostro se apagó para siempre. En
su sepelio se oía a la gente murmurar "se murió" la
madre de los pobres. El Dr. Gimenez de Aréchaga, en ese
entonces Ministro de Estado decretó la colocación de un busto
en su homenaje a la entrada del Hospital.
Hoy al entrar al cementerio central, luego de
los panteones, a unos veinte metros del portón principal, nos
encontramos con los restos mortales de Doña Juana de Oriol,
pero su obra queda entre nosotros como ejemplo de voluntad, de
emprendimiento y tenacidad de aquella mujer que abandonó muchas
veces el calor de su hogar para dedicarse a sus necesitados,
pero este ejemplo que queda en la meoria de sus nietos nos
llenan de esperanza al comprobar que en nuestra pequeña
historia, tenemos personajes como aquellas que de niños
aprendíamos a admirar en los libros de historia por su
abnegación y sacrificio en pro de la humanidad.
Regocijémonos por haber contado con alguien
como Juana de Oriol, cuya obra trasciende mas allá de nuestras
cuchillas, en la esperanza de una América nueva y más humana. |